¿TUVO LA MASONERÍA ESPAÑOLA DEL XIX FINES
POLÍTICOS?
Para responder a esa pregunta, abordaremos
seis aspectos:
I.- Concepto de Masonería en el siglo XIX y
doctrina masónica.
II.- Objetivos de la Masonería propuestos en el
Boletín del GOE.
III.- Concepto de política, partido político y
actividades políticas.
IV.- Ideología masónica y valores políticos.
V.- La doble dialéctica: praxis defensiva y
proselitista de la Masonería.
VI.- Conclusiones.
I.- EL CONCEPTO DE MASONERIA EN EL SIGLO XIX.
LA DOCTRINA MASONICA. LOS VALORES ETICOS
Entre las innumerables definiciones
que podrían citarse, el famoso historiador de la Masonería del siglo pasado, Findel, la conceptuaba como una: “Asociación que reúne en una misma familia
a todos los hombres de buena voluntad bajo la bandera de la igualdad y de la
amistad fraterna y que les propone como fin el ejercicio de la influencia
moral sobre el resto del mundo”. En el Cuerpo de Derecho Masónico español
publicado en 1880 se dice: “La Francmasonería es un sistema de filosofía que
promueve la civilización, ejerce la beneficencia y tiende a purificar el
corazón, a mejorar las costumbres, a mantener el honor en los sentimientos y
la cultura en los modales”. Las Constituciones del Gran Oriente de España,
en sus bases 1ª y 8ª publicadas en el Boletín en 1871, resaltan tres ideas
fundamentales:
a) Ser la Masonería una sociedad filantrópica, moral y
fraternal;
b) Acatamiento de la autoridad legítima;
c) Prohibición de
conspiración, precisamente para dejar bien sentado la falsedad de tal
conducta que le era atribuida.
He aquí el contenido de la Base lª: “La
Masonería tiene por objeto la perfección de los hombres y por lo mismo los
masones españoles admiten los diversos regímenes, ideas y sistemas sociales
establecidos, siempre que ellos no alteren los principios filantrópicos y
fraternales; por esta razón la Masonería reconoce y proclama la autonomía
del individuo, es una sociedad pacífica que realiza una misión humanitaria y
civilizadora, en su consecuencia todo masón deberá ser también un ciudadano
pacífico, de honrada y moral conducta, que acate todos los poderes públicos
que se hallen legítimamente constituidos. Los Masones no deben, como tales
mezclarse ni tomar parte en conjuraciones contra la paz y el bienestar de la
nación; procurarán ser corteses con las autoridades y sostener y amparar en
todas ocasiones los intereses de la hermandad, trabajando por la prosperidad
de la patria, no perdiendo de vista que todos los hombres son hermanos y que
la Masonería ha florecido siempre con la paz y sufrido y perjudicándose
mucho en su marcha y desarrollo, con las guerras y el derramamiento de
sangre”. En la base 8ª se prohíbe la discusión de conductas y fines de
cualquier partido político: “La Masonería considera como hermanos a todos
los hombres, cualquiera que sea su nacionalidad, religión, creencia y
posición; no reconoce distinción entre libres y esclavos, y prohíbe
terminantemente en su seno toda discusión acerca del dogma de toda religión
positiva y de conducta y fines de cualquier partido político, cuyas
discusiones alteran la cordialidad que debe reinar entre hombres unidos por
un mismo pensamiento”.
Tras todas estas definiciones que
expresan fundamentalmente unos mismos contenidos axiológicos, nos interesa
señalar cinco principios comunes:
1ª Es una asociación universal,
filantrópica y progresiva bajo los principios básicos de amor al Gran
Arquitecto del Universo y de los hombres y por reglas la Moral universal y
la Ley Natural.
2ª Es a la vez un sistema filosófico
práctico dirigido a cada individuo con unas pretensiones definidas.
3ª Persigue la emancipación pacífica y
progresiva de todos los seres humanos, es decir la perfección de los
hombres, por lo tanto tiene una proyección social; Trabaja sin descanso por
el bien de la Humanidad, fundamentalmente por medio de la instrucción, del
trabajo y de la beneficencia.
4ª Obligación de respetar los poderes
políticos legítimamente constituidos.
5ª Prohibición de discusiones políticas y
religiosas en su seno ya que llevarían la división y pondrían en peligro la
tolerancia y fraternidad.
II.- OBJETIVOS O FINES DE LA MASONERIA
Procedamos ahora a exponer los
objetivos y fines que el Gran Oriente de España proponía a sus logias y a
sus lectores. Nos hemos servido también de los artículos que el Boletín (BOGODE)
recogía en sus páginas:
a) La Masonería como escuela moral:
La creencia del masón en la asociación como una escuela en la que siempre se
elaboró la civilización y la moralidad de los pueblos que tenía por
principios la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, la solidaridad
humana, era enseñada desde el nacimiento de la Orden en el siglo XVIII. La
Moral era el reconocimiento de la existencia absoluta de verdades morales:
la distinción entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto. Eran objetivos
de la Masonería como tal escuela, investigar la verdad, el estudio de las
ciencias y artes y el ejercicio de la beneficencia.
b) La Masonería en defensa y
propaganda de los derechos del hombre y de la democracia. Tenía también como
misión la Masonería dar a conocer los sagrados derechos del hombre y sus
deberes.
c) La Masonería admite la lucha
política y las ideas revolucionarias pero su misión es moralizar ambas: Se
dirá en un significativo texto que pecaría de insensatez la Masonería si
afirmase que las luchas políticas debían cesar, ya que «el hombre, la
sociedad y la naturaleza viven porque luchan y progresan porque vencen. Pero
opuesta a la violencia la institución tendrá «la alta misión» de moralizar
las ideas revolucionarias para que no se tradujeran en fatales efectos
moralizando la lucha política y aminorando el dolor, maldiciendo a aquel que
derramara sangre. ¿Cómo veía las revoluciones? Si había habido sangrientas
revoluciones era porque los responsables del poder estaban obcecados y las
clases privilegiadas se habían empeñado en negar las fórmulas de Libertad,
Igualdad y Fraternidad, santificadas en el Gólgota. “Demos monárquicos o
republicanos, un gran ejemplo a la sociedad en que vivimos. Si contendemos
con la palabra, no abusemos de este don celestial para herir al hermano que
sostiene distinta doctrina, y llevemos a la discusión las consideraciones
que exige la fraternidad que nos une. Si acudimos bajo diferente bandera a
las urnas electorales, respetemos ante todo la ley y no procuremos torcerla;
que si la inmoralidad es nuestro común enemigo en la vida privada, más aún
nos provoca en las agitaciones de la vida pública”, (Circular del Gran
Maestre adjunto, BOGODE, Año 111, nº 45, 1873, pp. 6 y 7).
d) La Masonería basada en la razón,
tolerancia y fraternidad, prohíbe las discusiones políticas en su seno. La
tolerancia y la armonía masónicas tenían como fin principal crear la
Fraternidad y de ahí que se impidiesen las discusiones políticas (y
religiosas). Contraria a las luchas de tribuna, hablar en una logia de
política, invocando el nombre de la Masonería, era destruir la Masonería.
Estrechar los lazos de confianza e íntima afección eran para los masones una
dicha real que nunca debía empañarse por la presencia de algunos de los
sentimientos y pasiones que agitaban el mundo «profano», con motivo de
cuestiones políticas, y que no debían encontrar lugar en el corazón de todo
hermano masón, cuando sobre «un altar ardía el verdadero fuego fraternal de
la Masonería». Esta prohibición se resaltaba en todo momento. La Masonería
no debía ser en ningún caso un arma de determinados partidos políticos, es
decir, no podía ser de ningún modo partidista. Sólo podían discutirse en
logia múltiples cuestiones morales, filosóficas y sociales pero sin tratar
de religión y política en sus formas concretas, sino en tesis generales en
el debate de teorías científicas «en la elevada región de las ideas».
e) La Masonería por el bien y la virtud del
trabajo. La Masonería debía procurar marcar a la Humanidad la senda «segura»
del bien, combatiendo en todos los terrenos las inmoralidades y los vicios
que corroían “las entrañas de las sociedades modernas” y de otro lado, el
egoísmo horrible, una de las llagas más corruptoras como resultado necesario
del escepticismo que se extendía en el siglo. Frente a la ignorancia y la
holgazanería, la tolerancia, el cariño fraternal y el amor al estudio y al
trabajo?
f) La
Masonería y la doctrina del amor como panacea de los males sociales. La
institución colocaba la doctrina del amor fraterno como base esencial:
amando al prójimo no sólo se cumplía con los deberes de la justicia, sino
que se hacía mucho más: destruir los obstáculos que subsistían entre el rico
y el pobre, el débil y el fuerte, el creyente y el librepensador. Sus fines
y esperanzas eran de una universalidad ilimitada, cuyo resorte poderosísimo
-se diría- poseía la Masonería: la caridad. Se admitía el dirigir a los
hombres al bien haciendo que sus actos se rigiesen por el sentimiento del
corazón, para que predominase el mundo de los sentimientos sobre el de la
razón, ya que entre razón y corazón, era éste último el que triunfaba.
g) La Masonería, salvación de la
humanidad. Tenía un deseo constante de salvar a la sociedad de los estragos
que las diferencias de todo tipo: de secta o escuela, de casta, de color,
lengua y fortuna provocaban. España, desgarrada en guerras civiles,
necesitaba de una organización robusta y “completamente abstraída de ciertas
miras”. Su ideal era “Todo por y para la Humanidad en el amor fraternal”.
h) La esencia del masón. Era su fe
inalterable en el principio de lo justo, de lo verdadero, del bien y el
valor de proclamar este principio con la firme voluntad de sacrificarse y
morir por él. El espíritu fraternal de templo había de ser la atmósfera en
que siguiera envuelto el masón que tomase parte activa en la vida pública,
el espíritu que había de animarle en la calle, el club, en el Parlamento.
¿Cuáles eran pues los valores que
destacan en esos objetivos del Gran Oriente de España durante el Sexenio? La
tolerancia y la fraternidad creaban un alto humanismo, originaba la paz, la
no violencia, la armonía y la unión de los hombres. Creyendo en el progreso
a través de la instrucción, de las ciencias y de las artes, se combatía la
ignorancia, el fanatismo y el escepticismo. Se rechazaban la inmoralidad, el
vicio y el egoismo, la holgazanería y se enaltecía el amor al estudio y al
trabajo. El amor fraterno se colocaba por encima de la justicia. Era la base
esencial de la Masonería. Prohibición por lo tanto de discutir cuestiones
políticas o religiosas en las logias, que podían poner en peligro la
tolerancia y la fraternidad.
III.- EL CONCEPTO DE POLÍTICA.
En cualquier Diccionario o
Enciclopedia, la política es por una parte el arte, doctrina u opinión
referente al gobierno de los Estados (Real Academia), arte de gobernar a los
pueblos, de dar leyes y reglamentos para mantener la tranquilidad y
seguridad públicas y conservar la convivencia mediante el orden y las buenas
costumbres (Espasa). Por otra parte, la política es la actividad de los que
rigen o aspiran regir los asuntos públicos (Real Academia). En este sentido
puede entenderse “hacer política”. Pero con estos conceptos no agotamos el
contenido de la palabra? El término político, indica, entre otros, el
afiliado a algunos de los partidos que aspiran a dirigir el gobierno de un
país, que interviene activamente en las luchas, intrigas o manejos de esos
partidos (Espasa).
Ateniéndonos al concepto de
política como actividad y en este caso que nos ocupa desarrollada por una
agrupación social que intenta influir sobre el poder o alcanzarlo,
deberíamos hablar de las instituciones básicas más conocidas y definidas en
un régimen democrático o democracia pluralista: el partido político y los
grupos de presión. Y aquí conviene detenernos. La ideología de cualquier
agrupaci6n lleva consigo una toma de posiciones o una “toma de partido”,
concepto que subyace en toda actividad política. El tomar partido es lo
genérico (asumir una postura) frente a lo concreto que supone una ideología.
Esta se define en una aceptación de determinados ideales a ,en una puesta en
cuestión de determinados valores sociales o políticos. Ahora bien lo que
distingue y fundamenta al partido político no es sólo el organizar
actividades políticas, sino que éstas se encaminen a conquistar el poder.
Respecto a lo que se entienda por
“hacer política” en sentido amplio coincidiría con el arte de llevar un
asunto, o empleo de medios para alcanzar un fin determinado. En un sentido
restringido, adecuado, conllevaría una reflexión y crítica de la sociedad o
al contenido del sistema concreto político, en un primer momento, y una
actuación social encaminada a unos objetivos «políticos»:influencia en la
opinión pública, presión o influjo sobre el poder, en un segundo momento,
con un fin especifico: conquista del poder, y por lo tanto participación
partidista en la lucha por el mismo.
IV.- IDEOLOGÍA MASÓNICA Y VALORES
ÉTICO-POLÍTICOS
Si en párrafos anteriores hemos expuesto
cuáles eran los objetivos de la Masonería expresados por el Gran Oriente de
España en su Boletín Oficial debemos examinar ahora 1) cuáles sean los
valores éticos y «políticos», es decir aquellos valores que puedan conllevar
“consecuencias políticas” o tengan un contenido político. 2) Si la Masonería
puede calificarse de partido político. 3) Si admitía teóricamente
actividades políticas o “el hacer política”:
1) La Masonería por sus principios
ideológicos toma partido por una serie de valores liberales o
“democráticos”, principios básicos desde los días de la Ilustración y de la
concepción burguesa de la vida. Destacan principalmente: el de la libertad y
el de la igualdad. El principio de libertad en todas sus manifestaciones (de
pensamiento, de conciencia, de asociación, de libre expresión) constituyen
los derechos del hombre válidos para todos los ciudadanos de una sociedad
democrática. Son avalores absolutos) que no pueden entrar en discusión y que
vienen vistos por la institución como tales, sin que en ese momento tengan
un carácter marcadamente «político».
Al mismo tiempo reconoce a todos
los hombres iguales derechos ante Dios la naturaleza y la sociedad. De ello
se derivaba una posición, que podríamos llamar «política» frente a la
discriminación racial, jurídica, económica, religiosa o de cualquier otro
tipo. Si aquellas libertades o este principio de igualdad se encontraban
suprimidos o sofocados, peligraba la misma existencia de la Masonería y es
lógico que la institución tratase como tal de intervenir ante los poderes
públicos, sufriendo la clandestinidad, pero clamando por una modificación
legal o jurídica que le permitiera vivir en paz con aquéllos. Y aquí se
produce una postura difícil de la Orden del Gran Arquitecto porque existía,
por otra parte, su acatamiento a la autoridad legítima y el respecto a los
poderes públicos que imponía una prohibición absoluta de conspiración o
actuación política contraria al Gobierno, al poder.
2) ¿Podía considerarse a la Masonería que
defendía esos derechos y valores «políticos» como un partido político? Hemos
de negarlo. Si como dijimos la sustantividad del partido político consiste
en tener como objetivo la conquista del poder, la Masonería rechazaba este
principio, por cuanto que sus fines se dirigían al perfeccionamiento moral
del individuo y sus objetivos eran mucho más amplios que la concreta
expresión práctica de una ideología exclusivamente política. Sus principios
trascienden la esfera de lo político para embarcarse en una empresa de
ámbito universal, mediante la fraternidad que abarque a todos los hombres.
Pero no solamente es por sus objetivos distintos a los del partido político,
sino que hay otros elementos esenciales que impiden a la Masonería serlo:
pluralismo político que alberga en su seno, ya que deja tener a cada
afiliado sus propias convicciones políticas, y que es incuestionable. Ello
evitaba que se pudiera comportar como un partido, que está formado como
hemos dicho por un grupo compacto de individuos detrás de un ideario
político. No había sujeción en el Gran Oriente que hemos estudiado aquí, a
ningún programa político concreto. Y esto es determinante para la
elaboración de un concepto de asociación política. Nadie podía ser excluido
de las logias por sus ideas políticas. No había pues un ideario
exclusivamente político, sino unas bases sobre las cuales se podía edificar
cualquier proyecto político que estuviese de acuerdo con las mismas.
3) ¿Se admitía ideológicamente la
posibilidad de actuar políticamente? Es decir ¿de desarrollar actividades
políticas? Como organismo supremo o logia en ningún momento, a través de los
textos del Boletín, podemos colegir que se piense en tal posibilidad. No hay
normas de ningún tipo, sólo se sugiere a los masones a obrar según su
conciencia. Eran pues los masones individualmente los que podían intervenir
en el mundo «profano», en la política hic et nunc, pero no se
permitía a la Masonería como organismo social el colocarse bajo ninguna
bandera política ni a actuar en buena ley en actividades de este tipo.
Prohibición que aunque no se declare explícitamente está contenida. En la
actuación individual de los masones, éstos estaban obligados a llevar
siempre ese espíritu de tolerancia y de amor fraternal que debía
distinguirlos.
V.- LA PRAXIS MASÓNICA
En una visión de conjunto de las relaciones
entre Masonería y Sociedad política, se da una una doble dialéctica: Aquella
que denominamos externa, que es la que se origina entre el poder político y
la Masonería, y la interna que se produce en el seno de la misma institución
y que dará lugar a distintas Masonerías.
A) Dialéctica «externa»: la praxis defensiva
y proselitista de la Masonería. Se basa en las relaciones entre la Masonería
y el poder público. Debemos distinguir dos clases de relaciones según el
Estado permita o prohíba la institución. En España la Masonería a pesar del
régimen de libertades que se instaura en el Sexenio Democrático, no fue una
asociación legal, sino permitida, que dependía de la benevolencia del
ministro de turno o del gobernador civil. Vista siempre con recelo por los
poderes públicos cuando no con declarada hostilidad, la situación de la
institución fue delicada. En regímenes en que estaba permitida como acaecía
en los países anglosajones, su existencia no inspiraba ningún cuidado ni
temor. Caso muy distinto en los países latinos. La dialéctica se origina en
el momento en que se la condena y prohíbe y pasa a la clandestinidad. Desde
el poder se la persigue por clandestina y lo es porque se la considera que
atenta contra valores fundamentales del régimen, conspira por el poder o se
halla al servicio de potencia extranjera. La Masonería ante esas acusaciones
refuerza la clandestinidad e intenta defenderse para sobrevivir.
Hay un aspecto en esta dialéctica
que nos interesa aclarar. Es lo que consideramos el nudo gordiano de la
actuación de la Masonería: Su praxis frente a una realidad concreta, que se
fundamenta en sus valores éticos. Para una mayor comprensión la hemos
agrupado en tres aspectos: 1) El apoyo al Gobierno; 2) La defensa de los
valores éticos que se presentan como «políticos» y de ahí a veces su
antagonismo con el Estado; 3) La posición anticlerical.
1) El apoyo al Gobierno. A lo largo
de las páginas del Boletín se habla con encomio del nuevo régimen que
instauró la Gloriosa. Y hay una declaración de una logia del Uruguay, la
Verdadera Iniciación de Barcelona, en febrero de 1873, que expresaba sus
simpatías por el «gran movimiento nacional que acaba de operarse en España». Unicamente el grande amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad le
habían animado a proponer a la logia manifestar su satisfacción y ofrecer al
mismo tiempo su apoyo moral al gobierno provisional con motivo del
planteamiento de la República en España. Y además hacía una aclaración
importante: que si era ajena a todo acto político o religioso era necesario
comprender que era a la política de partido y a la religión de secta a los
que ella se refería, y que jamás podía mostrarse indiferente o impasible
delante de aquellos actos solemnes que, impuestos en circunstancias
especiales “trae consigo un espíritu de progreso y una hermosa esperanza de
paz y bienestar a una parte siquiera de la humanidad, hartado escarnecida y
esclavizada como la desgraciada nación española”.
2) Defensa de valores éticos. La Masonería
tiene por principios la igualdad y la libertad y es evidente, como hemos
mencionado anteriormente, que existan una serie de cuestiones que chocaban
con esos principios y que adquirían una dimensión “política”. Los problemas
de la esclavitud y de la pena de muerte, aparecían como más conflictivos.
Estas cuestiones sobre las que la Masonería toma partido son:
a) La abolición de la esclavitud.
b) La abolición de la pena de muerte.
c) Consolidación de la conquista de la
democracia".
d) Llamamiento a la paz a los carlistas.
e) Declaración en favor del Iberismo.
Si la Masonería hacía propaganda de sus
ideas, si en el interior de sus logias estas cuestiones eran asumidas, no
podemos por ello afirmar que hiciese “política”, porque su objetivo estaba
fuera de la misma, ya que sólo deseaba la propagación de sus principios
éticos y éstos no ofrecían ningún marchamo de “partidismo”.
3) Posiciones anticlerica1es.- No
son de extrañar, porque frente a una condena y persecución de la Iglesia
Católica y sobre todo en la España del siglo XIX, frente a una “actitud
política” de la Iglesia, aliada del Estado y que inspira a éste en la lucha
contra la institución, la Masonería debía combatir a aquélla al proclamar la
separación de la Iglesia y el Estado, a la que consideraba la plataforma de
la superstición, el fanatismo y la ignorancia. No son estos momentos del
Sexenio los más cruciales en esa lucha entre las dos instituciones, pero ya
se plantea un anticlericalismo puesto que desde la visión masónica los
valores de libertad, progreso y ciencia se veían obstaculizados por la
actitud confesional católica, que se espoleaba desde el confesionario y el
púlpito. Se vería obligada a combatir, diría, “siquiera sea con la
propaganda y la práctica de sus doctrinas, las escuelas que con carácter
religioso o político o revistiendo ambos, contrarían su fundamental
propósito”.
B) Dialéctica “interna”
Para los que la logia es una escuela de
enseñanza de altos valores humanos y aquellos otros que se sirven de la
institución y buscan su medro personal, intentando que las logias sirvan
para su quehacer «político». Hay un ejemplo en las páginas del Boletín, en
sus primeros números, en las circulares 15 de mayo y 2 de junio de 1871, en
que se ataja el mal aludiendo al comportamiento antimasónico de algunos de
sus miembros y que debieron alcanzar proporciones preocupantes.
VI. CONCLUSIONES
Las conclusiones se pueden resumir en estos
puntos:
1) La Masonería es una asociación pacífica,
dirigida al perfecciona- miento del hombre. Es una sociedad intermedia entre
el individuo y el Estado, impulsando la autonomía del individuo que intenta
proyectar a través de sus enseñanzas una serie de principios que iluminen la
sociedad (progreso, ciencia y virtud).
2) La Masonería no es una sociedad política,
pero sí es una escuela de instrucción que lleva aparejada una preparación
«política» al asumir unos determinados esquemas mentales.
3) La ideología masónica defiende
determinados postulados éticos que tienen una proyección “política”, pero
que van más allá de los mismos al ser esencialmente humanos y morales
(pretenden unir a todos los hombres y pueblos de la tierra.
4) La Masonería tampoco es un
partido político porque no constituye una asociación con fines partidistas y
se permite a sus miembros adherirse a cualquier organización política, y
porque no pretende alcanzar el poder. La defensa de los valores libertad e
igualdad que tienen proyección política no nos permiten afirmar que su
actuación sea «política» en sentido restringido del término al no comulgar
con ningún partido ni fuerza política.
5) La Masonería puede aparecer como
un grupo de presión en circunstancias muy determinadas, siempre para defensa
de unos valores humanos, si es verdadera Masonería, pero no con fines
“políticos” inmediatos teniendo en cuenta que debe ser respetuosa con la
autoridad, estándole totalmente prohibido conspirar contra el poder
legítimo.
6) La Masonería pretende influir moralmente
sobre el resto de la sociedad por medio del ejemplo y de la propaganda,
inculcando ideas y prácticas morales humanas.
7) Se produce una dialéctica (externa) que
acompaña a su relación con el Estado, y en su sentido defensivo será de
diverso modo según está prohibida, permitida o legalizada por éste, mientras
que en el sentido proselitista habrá declaraciones en favor de los derechos
del hombre.
8) En esta dialéctica de la praxis,
el Gran Oriente en este período estudiado, se mantiene neutral ante los
diversos regímenes políticos y en concreto en el Sexenio no hay ninguna
crítica, más bien una cierta identificación con lo que el régimen
democrático suponía.
Extractado de: Eduardo
Enríquez del Arbol, “La Masonería española y la política ¿Objetivos
comunes?” (Universidad de Granada), en J. A. Ferrer Benimeli (coord.),
Masonería, Política y Sociedad. Actas del III Symposium de Metodología
aplicada a la Historia de la Masonería Española, Zaragoza, 1989, Vol. I,
pp. 3-24.
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